No vale ir de persona enrollada por la vida si te crees el rey del mambo.
Ser humilde con uno mismo no es falta de amor propio, es exceso. Porque me quiero tanto, no busco excusas para justificar mis malos pasos dados.
Así, cuando se nos vaya la olla, actuemos mal, dejemos cosas a medio terminar o despotriquemos de alguien, tenemos que hacérnoslo mirar.
Críticar al otro es fácil, aunque sea de pensamiento; hacer cuentas con nosotros, en cambio, siempre da pereza.
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