A día de hoy, esas personas me siguen importando, mucho, pero las charlas se han sustituido por frases cortas llenas de emoticonos en las que nos ponemos al día de dos o tres cosas fundamentales cada cierto tiempo.
Casi molesta que suene el teléfono si no te avisan antes de que te van a llamar, lo que no es negativo ni positivo. Hemos reinventado la forma de comunicarnos para privilegiar el mensaje a la llamada y así dominar nuestros tiempos. Te escribo cuando me place, a cambio dejo que me respondas cuando encuentres un hueco para mí.
El mensaje es más frío que la conversación, no hay duda. La charla arropa más que un par de corazones rojos. Somos cada vez más prácticos, sí, pero, ¿a cambio de qué? Ganamos en libertad. Perdemos en calidez.
¿Cuál es el resultado de esa cuenta?
Cada vez hay más días en los que gente que vive sola, mucha, no abre la boca desde que se despierta hasta que se va a dormir.
No hay comentarios:
Publicar un comentario