—¿Sabe usted dónde está la caseta del partido político X? —Me preguntó un hombre muy mayor, bien trajeado, que caminaba solo por una Feria abarrotada.
—Ni lo sé ni quiero saberlo —le respondí, a esa hora en que cae la noche y uno ya lleva más rebujitos en el cuerpo de los que se podría beber en un año.
El señor no conectó con mi sentido del humor y me sentí mal.
—Espere un momento. —Tomé el móvil y busqué en Google, la caseta no estaba lejos de dónde yo andaba—. Está aquí al lado, señor. ¿Me permite que le acompañe?
Allí lo dejé, más contento que unas castañuelas al ver a los amigos con los que había quedado. Yo me dije que nunca entraría ahí, pero luego, de vuelta, me pregunté qué habría pasado si ese hombre me hubiera invitado a entrar para tomar un rebujito.
Hubiera dicho que sí, sin duda.
Hay que quitar dramatismo.
(Tengo que quitar dramatismo)
No hay comentarios:
Publicar un comentario