Pasábamos un fin de semana con un amigo con el que andábamos reconciliándonos.
Una ruptura reciente con su pareja nos había afectado mucho, por cómo se había producido, por los daños colaterales que había provocado, por las formas, por tanto cariño acumulado hacia los dos.
El caso es que él nos contó, ya con la calma que los meses sin vernos habían traído, cómo fue la cosa.
—El día que ocurrió todo, Salva, yo estaba realmente tranquilo en casa, de verdad que no tenía ganas de bronca. Llevaba toda la mañana leyendo...
—¿Qué leías? —me interesé, para quitar drama al asunto.
—'El sutil arte de que todo te importe una mierda'.
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