La etapa más compleja de una novela no es el papel en blanco, sino la cuarta página.
Has pasado semanas de pura abstracción en las que lo fundamental era descubrir qué querías contar. Ésa es la gran decisión. El qué.
Voy a dedicar muchísimas horas de mi vida a poner en pie una historia y necesito tener claro que lo que voy a construir merece la pena, que no solo te va a emocionar a ti sino que me va a remover por dentro a mí.
El día en que escribes la primera escena siempre se recuerda. Vas lanzado. Sabes dónde quieres llegar. Te atragantas de tan claro que tienes el futuro inmediato de tu criatura.
Pero llega la cuarta página.
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