Los prejuicios se parten por la mitad cuando uno se interesa por las cosas.
Venía de vuelta en el AVE tras unos días de trabajo en Madrid y coincidí con un compañero turco que tenía programado visitar la fábrica de Sevilla.
Entablé una conversación para interesarme por él. Era la primera vez que viajaba a Sevilla y me permití comentarle algunas cosas.
—Allí vas a encontrar muchas muestras de su pasado musulmán —le sugerí.
—Estoy hasta el gorro de musulmanes —me respondió.
Tragué saliva. No era una respuesta prevista.
Entonces me soltó todo un discurso contra el gobierno islamista de su país y yo me puse las orejas de escuchar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario