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domingo, julio 16, 2023

El niño del beso

Ni en el más utópico de mis sueños, cuando era un chaval, podría haber imaginado que, en mi cincuentena, tendría no solo nueve novelas publicadas, sino que estaría a punto de lanzar una décima en la que el protagonista fuese un adolescente homosexual, un chico que descubre la crudeza de nacer con una condición distinta a aquella que todos esperaban de él.

Sí, en esa época de mi vida yo sufrí terriblemente el saberme distinto. No tenía referentes en los que apoyarme, mi futuro lo veía en negro y la literatura me salvó. Me llevaba horas encerrado en mi habitación leyendo todo lo que poblaba las amplias librerías de mi casa. Ya por entonces, no tendría ni doce años, empecé a escribir. Era una forma de inventar historias que yo no podría vivir, porque nací maldito.

La gente heterosexual no puede imaginar lo duro que es entrar en la adolescencia, cuando la vida abre las puertas para ti, y darte cuenta de que vas por un carril diferente al de la mayoría. Que siempre irás por ese carril. Esa tremebunda sensación de soledad en el período más frágil de tu vida, cuando aún eres un crío y esperas cada noche el beso de tus padres al ir a dormir. 

Cuando tu madre te dice ¿qué te pasa? y tú le respondes, 'nada, mamá', mientras te mueres por dentro. 

Esa necesidad de gritar ¡socorro! pero no tener fuerzas para hacerlo porque temes que te vayan a señalar, a ridiculizar, que se vayan a avergonzar de ti.

Ese niño de entonces, treinta años después, lanza al mercado su décima novela, 'El niño del beso', una tierna historia de amor, divertida y cruda a partes iguales, en homenaje a todos los que un día sufrieron por ser diferentes.

Nueve novelas escribiendo sobre protagonistas heterosexuales he necesitado para encontrar el valor de enfrentarme al reto de denunciar todo mi dolor. De cantar al amor entre dos hombres.

En estos tiempos oscuros que se avecinan, es un grito desde lo más profundo de mi ser contra la homofobia. Y en ese grito van todos los gritos contra todas las formas de discriminación. Es un grito para que nunca nadie más consienta que un crío, que una cría, se sientan culpables por ser como son.

Reprimir a un adolescente es desbordar un río para siempre.

Nos robaron la juventud.

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