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lunes, febrero 21, 2022

Palomita

Hoy se ha muerto Antonio.

A mí me llamaban 'La Palomita de San Gil' me contó una tarde de otoño, el día en el que lo conocí.

Llegado a Sevilla siendo un adolescente, sin apenas saber leer, para huir de las habladurías de su pueblo, en plena posguerra, consiguió trabajo como pintor de brocha gorda.

Siempre me he ganado yo las habichuelas, Salva —me explicaba, orgulloso, con sus 85 años bien vividos a cuestas.

Fue uno de los primeros transexuales en esa Sevilla en blanco y negro. Conforme fue creciendo se fue haciendo conocida como cantante de tabernas.

—Es que yo soy una mujer.

—¿Tienes por ahí alguna cinta, en la que yo te pueda ver actuar?

Ella meneaba la cabeza, apesadumbrada, pero pronto se animaba.

Me gustaba cantar coplas picantes me soltaba, con ojos gamberros.

Yo apartaba la mirada, acalorado, para investigar su vida a través de la enormidad de objetos, cuadros, fotos que había por todos lados.

—Estás en tu casa, Salva. Mira y coge lo que quieras.

¿Quién es este hombre de la foto? le pregunté.

Se enamoró de un joven casado, muy apuesto, al que conoció en un bar, y con quien tuvo una relación de cincuenta años.

Era mi amigo me dijo, con la boca pequeña.

Yo estoy casado con un hombre, Antonio le aclaré, para que me abriera su corazón.

Sí, pues ese guayabo tan guapo era como mi marido. Y se me murió. Y su familia me repudió, y tiró todas mis cosas por la ventana.

Una ONG maravillosa, que se encarga de cuidar a la gente a la que no miramos, a los viejos solitarios, a quienes viven en la calle, a quienes penan en una cárcel, me encargó contar la historia de su vida. Pero nos faltó tiempo. Ya a la segunda cita estaba metido en la cama, sin querer moverse.

¿Por qué ya no vistes como una mujer? le pregunté, para provocar un punto de coquetería en él, ya sin apenas dientes, apenas un pellejo con huesos, maltratado por la soledad y el frío de una casa minúscula.

Porque es muy cansado, Salva. Ser mujer es muy cansado y yo ya no tengo ganas de vivir.

No pude ahondar en esa vida rebosante de anécdotas, amores, coplas, valentías y desengaños. Llegué tarde. Ya estaba cerrando la puerta cuando llamé para interesarme por su vida.

Os dejo la foto que me permitió hacer de él de la época en la que actuaba, junto con los retratos de sus padres.

Mira qué cuerpecito tenía, Salva. Mira qué guapa era yo.

Hoy ha muerto la Palomita de San Gil.

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