x

¿Quieres conocerme mejor? Visita ahora mi nueva web, que incluye todo el contenido de este blog y mucho más:

salvador-navarro.com

martes, febrero 22, 2022

Momentos

—Tú sólo te quedas con los buenos momentos —me dijo un amigo hace años.

—Sí, me encanta tener esa bendita enfermedad —le respondí.

Es una fortuna tener esa capacidad de retener lo luminoso y no sé qué parte de ella está trabajada por mí o ya venía de fábrica.

Haber tenido una adolescencia muy negra pudo haber supuesto una condena para mis días futuros, pero yo supe transformar lo previsible en un mal sueño y creo, honestamente, que me ayudó mucho la literatura.

Porque yo me encerré en la ficción cuando me sentí el chaval más atormentado del mundo. En las novelas que leía encontré un abanico de personajes perfectamente perfilados donde podía verme con nitidez. Si al sumergirme en historias de otros sitios encontraba la tristeza, no era tan raro yo, si al viajar a otros tiempos comprobaba que la gente perdía los papeles por amor, ¿por qué no yo? si cuando perseguía al protagonista éste confesaba sus flaquezas, ¿qué había en mí que me impidiese hacerlo?

Yo no era menos que nadie.

Esas novelas fueron mis mejores amigas en el tremendo desfiladero que suponía ir abrazando la madurez. No eran objetos de papel, sino regalos escritos por personas venidas de otros lugares, de otra épocas, que me contaban que el mundo era así, grande, imperfecto, arrebatador, inabarcable. Que nada era tan extraño, que todo era posible.

Es entonces cuando yo me agarré a la luz de mis sueños para romper el futuro que me correspondía.

Yo quería ser el héroe de mi propia vida. No quería enfangarme en la pena, ni atarme a mis desgracias, así que creé un mecanismo en mí, una especie de repelente a lo negro del que me embadurnaba cada mañana, que me hace siempre remontar, buscar lo bueno, obviar lo negro, decir que eso lo viví, que nada me asusta lo suficiente, que tengo unas grandes alas para seguir viajando hacia allí donde se cumplen los deseos.

No hay comentarios: