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sábado, febrero 19, 2022

Broma

En cuestiones de trabajo, me gusta tantear con una broma a las personas con las que empiezo a tratar. Que son muchas, por el puesto específico que desempeño. 

No hay día en el que no tenga que presentarme a alguien de una fábrica en cualquier lugar del mundo, o a un directivo parisino, o a un compañero que trabaja en Rumanía, o a alguien de Recursos Humanos en España. 

Como casi todo es a distancia, lo primero que hago es tantear.

No me sale decir 'bonjour' y soltar una lista de peticiones, preguntas o informaciones. Lanzo el 'bonjour', el 'good morning' o el 'buenos días' y doy un paso atrás.

Quizás no en la primera respuesta, pero en la segunda ya ves qué tipo de persona se mueve al otro lado. 

Es entonces, como en las historias de amor, cuando se juega todo. Hay que encontrar el tono justo, la frase concisa, para hacerte ver como un tipo cercano, en el que se puede confiar, que no ha venido a buscarte para salvar su culo ni para darte más trabajo ni problemas. Que, independientemente de la pregunta técnica que te vaya a hacer, sé que hay una persona al otro lado de mi pantalla de ordenador.

La mayoría de la gente no se da cuenta de que las tres primeras frases, incluso en una relación profesional, son transcendentales.

Lo contrario es echar un huevo a una sartén sin aceite.

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