x

¿Quieres conocerme mejor? Visita ahora mi nueva web, que incluye todo el contenido de este blog y mucho más:

salvador-navarro.com

miércoles, febrero 23, 2022

Eugenia

Salva, hay una señora ahí afuera que quiere saludarte.

Tras dos días tristón por la muerte de Antonio, me tomaba una cerveza anoche con Fran para bajar cierta angustia. La mujer entró en el Disparate, uno de mis lugares favoritos para olvidarme del mundo.

―Perdona que te moleste, pero he leído todos tus libros, estoy enganchada a tus textos, te he visto entrar y me apetecía darte un achuchón.

Nos dimos un abrazo de los que quitan las penas.

―¿Cómo te llamas? ―me interesé.

―Eugenia.

―No te sitúo.

―Es imposible, porque nunca comento lo que escribes ni doy señales de vida, pero estoy ahí. Te conozco, te sigo, sé todo de ti y quiero decir que me hace mucho bien leerte.

Yo le hablé de cómo hacía cinco minutos estaba pidiendo una cerveza para bajar la presión.

―Me has alegrado la noche, Eugenia.

Unas horas antes me había llamado mi hermana Raquel para confirmarme qué nombre hay detrás de Maru. María Eugenia. De pronto le puse cara y cuerpo a mi protagonista. Era una aparición. La heroína de mi próxima novela se me había acercado para darme un achuchón.

No hay que dudar. Si nos apetece dar un abrazo, decir aquí estoy, mostrar empatía, ofrecer una sonrisa, hay que hacerlo.

Salimos ganando los dos. 

De no haber entrado en el restaurante, no habría escrito esto hoy para decirle:

―Gracias.

No hay comentarios: