—¿Y qué te parece? —me interesé.
Sorprendentemente, antes de hablarme de monumentos, comidas o acentos, me habló de seguridad.
—¡Anoche pude caminar solo por la ciudad mientras hablaba por el móvil!
Algo tan habitual para nosotros, los europeos, es un regalo para quien nos visita.
No hay comentarios:
Publicar un comentario