Es la escena más bonita que retengo de estas Navidades.
Mis hermanas nos daban los regalos a los tres hombres de la familia, mi hermano David, mi sobrino Iván y yo.
Cuando este recibió el suyo, se abrazó a Raquel, su madre, y luego fue, gateando por el sofá, hasta su tía Mónica, en quien se desparramó con sus enormes 21 años, como si fuera un crío.
Iván ha tenido la suerte de contar con dos madres y él no para de mostrar, con toda su inocencia, que las quiere, muchísimo, a las dos.
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