Yo, por soñar que no quede, voy más allá.
Confío tanto en la capacidad investigadora del hombre que quiero imaginar que, en unas cuantas generaciones, se llegue a encontrar la medicación contra la maldad.
Que te pasen por una máquina y encuentren los desequilibrios físico-químicos que nos hacen tener actitudes indeseables, para que a continuación nos receten las pastillas adecuadas.
Cada mañana, cada uno de nosotros, nos tomaríamos con el café la combinación de medicamentos adecuada.
¡Sería un mundo tan bonito!
Cursi, sí, pero bonito.
Porque saber que detrás de cada mirada habría sentimientos nobles nos daría una seguridad terrible para construir proyectos juntos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario