Desde siempre, estemos donde estemos, él se acuerda de escribirme por mi cumpleaños y yo le respondo con mi felicitación.
No volvemos a saber el uno del otro durante el resto del año, pero nos hemos ido haciendo mayores y mantenemos la tradición.
En esta última ocasión, su mensaje lo acompañó de una frase dura.
—Ya estamos en la cuesta abajo, Salva.
Yo le respondí que no.
—Siempre hacia arriba, Jose.
Hasta salirnos por el techo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario