-¿Otra vez Murakami?
Sí. A mí no me cansa Murakami, ni siquiera admitiendo que tiene trama, que cierra en falso las novelas. No me importa que se invente efectos para salir de un atolladero argumental, ni que se le vaya la olla a sus personajes. Yo le sigo, me gusta pasearme con él, confío en acompañarle allí donde me quiera llevar.
Otra vez he vuelto a él y, cuando lo cuento, siempre es la misma reacción.
-¿Pero te queda algún libro suyo por leer?
Quedan pocos, la verdad. Los administro como manjares por devorar en una parte refrigerada de mi librería, en un rincón donde existe aún la magia y se esconden recetas de comida japonesa y discos de jazz.
Mi bienestar proviene del equilibrio entre mis rutinas y experimentar con lo nuevo. Las primeras me dan calor, lo segundo me aporta luz. Las dos cosas encuentro cada vez que me asomo a una novela de Murakami.
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