Si lo analizo, salvo mi amigo Joaquín, mis amigos no nos corresponden con la misma actitud. No hacen por invitarnos a sus casas, ni se complican en preparar cenas, a pesar de que siempre dicen sí a nuestra llamada.
¿Qué más da?, nos decimos Fran y yo. Nosotros queremos seguir teniéndolos en casa, ofrecerles nuestro cariño, hacerles sentir que están en familia.
En la vida aprendí hace tiempo que no se deben llevar las cuentas con los amigos. Si tú quieres entregarte, lo haces porque eres generoso. Desde el momento en el que empiezas a exigir que el otro lo sea también, tu generosiad empieza a ser de cartón piedra.
No vale decir a los demás cómo deberían actuar, sería patético. Pero sí debes expresar cómo sientes las cosas.
Yo quiero ser espléndido. Punto. Y quiero seguir escribiendo con libertad.
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