Luego llegamos a ese lugar, en primavera, para darnos cuenta que tal vez no estábamos tan mal en aquella cama, en invierno, donde soñábamos despiertos con ese día en el que, a nuestro pesar, confirmamos que no hay lugares mágicos.
La magia está en nuestros ojos, en la interpretación que hacemos de nuestra realidad y, sobre todo, está en el presente.
Claro que es buena terapia soñar con paraísos inalcanzables, siempre que sepamos que el bienestar nace de nosotros mismos. No hay playa hermosa si la miramos con ojos tristes.
Soy partidario de hacer el esfuerzo de soñar con el momento en el que vivo, el aquí y el ahora, de encontrar el paraíso justo donde estoy, con el sol que entra por mi ventana.
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