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jueves, agosto 18, 2022

Besugo

No sé cuánto hay de auténtico en los sueños. 

Si los analizamos desde el punto de vista científico, nos hablan de una regeneración del cerebro, que aprovecha esa pausa diaria para meter en talleres esa cabeza nuestra que no para un solo segundo de pensar.

Yo, desde mi libertad individual para interpretarlos, agarro de ellos aquello que pienso que puede hacerme crecer, porque hay noches en las que ellos me martillean situaciones con las que ponerme a prueba. Mi capacidad de aceptar la crítica, mi espíritu valeroso, el compromiso con mi empresa, las obsesiones sexuales, los miedos atávicos, la visión del futuro, el apego a la familia, la calidad de mis amistades. Todo aparece representado como cuadros de Dalí, donde se mezclan personas que son unas u otras dependiendo del espejo en el que se reflejen.

Hay muchas veces que aparece Fran, tan amoroso como en la vida real. El Fran que me cuida, el que me alerta, me escucha, me prepara de comer, me acurruca por las noches, el que me mira cuando leo, el de las risas, de las propuestas, de las cenas entre amigos, el Fran amante de vivir.

Entonces viene a darme un beso, al niño que está dormido con cuerpo de hombre. Yo lo veo venir, sin saber que no estoy despierto, y me hago el remolón. Hay veces, pocas, en las que un ruido rompe la magia y yo me veo, como un besugo fuera del agua, dando besos al aire.

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