No hay como tragar saliva para delatarte, sobre todo cuando lo haces en la oscuridad, a solas con otra persona, y el silencio invade el espacio,
Que el otro escuche ese sonido incontrolado de líquido atravesando la garganta es la más bella declaración de amor, porque es tu cuerpo entero el que habla, descontrolado, independiente de la razón.
Tengo la suerte de que me pase a menudo, cuando la noche ya solo queda para nosotros y la ciudad duerme. Unas veces yo, otras Fran, perdemos el poder de nuestro gañote, emitiendo ese ruidillo que nos delata, mientras sabemos que nos miramos sin podernos ver.
La mejor recompensa es, a los pocos minutos, escuchar al otro tragar saliva. Es el clímax del amor.
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