Frente a los precios abusivos de todo lo que tenga que ver con el turismo, los Fiat Egea amarillos son el contrapunto, a pesar de la agresividad con la que conducen y de la muy mejorable limpieza de sus interiores.
Anoche felicitaba a un taxista joven que nos recogió en Sultanahmet.
—¡Qué limpio tienes el coche! -le solté.
El tipo utilizó su traductor para agradecerme el comentario y decirme que normalmente lo lleva incluso más impecable.
—¡Lo limpio a diario!
Le había alegrado la noche.
Siempre nos quejamos de lo que nos chirría, con lo mucho que también se gana —ganamos todos— cuando ponemos en valor lo bueno.
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