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domingo, agosto 03, 2025

Estambul

En Estambul, más que en ningún otra ciudad que conozca, se cumple el dicho de que hay que alejarse de la zona turística para conocer el alma de la ciudad. 

Gracias a mis compañeros turcos, conseguimos montar una ruta llena de paseos por lugares que los guiris no conocemos, porque dentro de los paseos habituales no somos para ellos sino una máquina de expender dinero.

La atmósfera en torno al turismo está maleada y es algo ya tan orgánico que será difícil de regenerar.

Las entradas a museos, mezquitas, palacios y monumentos rozan y traspasan el límite de la decencia, en una política cortoplacista de ahogar a la gallina de los huevos de oro. 50 euros Topkapi, Dolmabahçe. 30 euros visitar las Cisternas o Santa Sofía, con recorridos limitados llenos de vallas que no puedes traspasar... Aquello por lo que no preguntas el precio en los restaurantes, como el agua o el pan, se convierten en artículos de lujo en la factura.

Una sensación continua de que te faltan al respeto.

La vieja Estambul no se merece eso. No puede permitirse que la muestren así, que mires hacia todos lados por ver dónde está el siguiente timo. Cuál es el siguiente limpiabotas que va a simular que se le cae el cepillo para hacerte caer en sus redes.

En cuanto nos metimos por las callejuelas de barrios escondidos descubrimos que otra ciudad es posible. Amable, relajada, acogedora.

Nos lo hemos pasado, como siempre, en grande. Pero tardaremos en volver. Algo se ha roto.

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