Pudo hacerlo porque tenía una familia pudiente detrás que lo mantuvo durante todos esos años, de encierro conventual, para empaparse de libros gordísimos con leyes por memorizar.
Lo mismo ocurre con los jueces, los inspectores de Hacienda y otras profesiones que, salvo contadísimas excepciones, pertenecen a la clase alta de nuestro país.
No conozco a ningún juez ni notario que provenga de una familia obrera.
De ahí el carácter netamentte conservador de la carrera judicial. Si la vida nos lleva delante de un tribunal, sabemos que quien nos juzgue, muy probablemente, tendrá una sensibilidad que no corresponde con el perfil medio de la ciudadanía.
Incluso siendo un hombre bueno, tendrá un recorrido vital más acomodado que la media, menos conectado con las capas menos favorecidas de nuestra sociedad.
Si los jueces eligieran a su propio Consejo del Poder Judicial, tendríamos uno de los tres poderes de la democracia alejado de la realidad de las cosas.
Si el pueblo vota, que sean nuestros representantes quienes los elijan.
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