Cada vez que paso por la puerta del McDonald's del edificio Cristina veo a Elisa.
Pero no a mi querida Elisa de Ubrique, ni a mi adorada Elisa de Huelva, veo a la Elisa de 'El hombre que ya no soy'.
Demacrada, atacada, golfa y vividora, no puedo no pensar en ella cuando paso por allí.
Crear mundos desde cero provoca ese efecto surrealista de cruzarte con gente que no existe sino en tu cabeza.
Yo paso con el coche y me asomo, inconscientemente, por ver si la está liando, una vez más, en el McDonald's.
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