Las veces que no consigo volver y pierdo el sueño, me planteo lo absurdo de la escena a la que quería regresar. No tenía ningún sentido.
Algo similar pasa con la realidad. Vamos de un sitio a otro, nos esforzamos, nos divertimos, nos agobiamos, en una aventura vital que no lleva a ninguna parte, pero que no queremos perder. Cuando una enfermedad amenaza con sacarnos de nuestro presente, nos agarramos a él con todas nuestras fuerzas.
Entender qué hacemos en este mundo no tiene explicación, pero que ningún ruido nos saque del barco de 50 plantas que quiere llegar a la luna, porque tiene todo el sentido mientras estamos en él.
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