Considerándome un tipo culto, sin excesos, tengo tirria a los tipos cultos con excesos. Esos sabelotodo que adoctrinan sobre lo que sí o lo que no.
En el mundo literario en el que yo me muevo los hay a patadas y son un coñazo, porque el salto de culto a cultureta es un camino de no retorno. Aquellos a los que les encanta escucharse, que sermonean sobre lo que sí y lo que no.
Son los que se ven con el derecho a poner etiquetas para clasificar quién tiene el visto bueno.
La cultura, en su base, se debe de caracterizar por justo lo contrario, por la apertura de miras y la humildad para dar oportunidad a todo aquel que quiera contarte una historia, crear un paisaje, componer una melodía que nadie nunca haya conocido.
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