Desde el momento en el que tú no admitas que otras ciudades sean más bellas que la tuya, otras personas más inteligentes que tú, otros paisajes más hermosos que los de tu infancia, tú eres un cateto.
Con mayúsculas.
Otro tema es amar lo que se tiene, extasiarse ante lo conocido, refugiarte en la hermosura de tus recuerdos de infancia.
Creer que lo propio es lo mejor es la semilla del más rancio de los nacionalismos.
Y no hay nacionalismo bueno.
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