Me presentaron resultados de varias fábricas y, cuando tocó la de Casablanca, hice un comentario fuera de lugar.
—Tienen unos consumos de energía muy dispersos —explicaban.
—Es un país más anárquico —comenté.
Tal como hice el comentario, me disculpé. Lo que me salió como una gracia, no era sino una observación racista, supremacista, estúpida. Calificar la gestión de una fábrica por la supuesta desorganización de un país no es imprudente, es lamentable.
La vida también es luchar contra los prejuicios con los que se nos educan y vencerlos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario