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martes, febrero 02, 2021

Presumir

No confío en aquél que cuenta a los siete vientos que está ocupado hasta las cejas.

Me da mal rollo quien se vende como imprescindible de nada, quien parece que me quisiera cobrar su tiempo. Quien sonríe estudiando su sonrisa.

A mí me da lástima la persona que se toma por alguien de importancia. Mucha pena.

Aquéllos que presumen de ser jefes, de ganar dinero, de cómo de apretada tienen la agenda, de cuánta gente le espera, le llama, le pide, le asalta, le admira, le solicita favores para llegar a ser como ellos son.

Triunfadores de papel maché.

A mí me gusta verlo yo. Atravesar a través de sus actos la grandeza de quien tengo cerca. Descubrir en sus silencios todo lo valioso que hay en ellos.

No creo que exista forma de mezclar una buena crema si los ingredientes son la vanidad y la brillantez, porque esta última repele a la primera. 

Tuve un jefe que me dijo un día en su despacho 'te llevas demasiado bien con tu equipo, así que te voy a envenenar la sangre'. 

¿Perdona?

U otro, llamado Fulanito Pascual, que con voz impostada me aseguró que algún día yo llegaría a ser un 'Fulanito Pascual'. Qué horror, pensé.

Alguien sobresaliente en el campo que sea debe ser, antes que nada, sensible. Humano. Porque es del verdadero conocimiento de la naturaleza humana, frágil por definición, desde donde se puede construir algo grande. Honesto.

Sí, ha habido grandes sabios insoportables, dirigentes mundiales hechos de soberbia que han triunfado, poetas excelsos insufribles. Pero quiero creer que son la excepción de este mundo complicado de entender.

Yo soy incapaz de admirar a quien no es bueno; y no es bueno quien no es humilde.

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