Siempre he pensado que un poquito de rencor es bueno.
Que ejerza de memoria respecto a quienes me hicieron mucho daño, que los hubo.
Me parece demasiado naif eso de olvidar traiciones y puñaladas.
No es cuestión de poner fotos en tu habitación a las que ir lanzando dardos antes de irte a dormir, sino de saber con quiénes no, nunca, a ningún lado.
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