Caben mil amores en el tarro de nuestras perdiciones. Del mismo modo que caben otras tantas combinaciones en los de los demás.
Somos dados a criticar otras ciudades para alabar la nuestra, a otras costumbres para ensalzar las que nos gustan, otras culturas, gastronomías, paisajes para resaltar lo que nos conmueve a nosotros, sin pensar nunca en que, quien te escucha, puede llevar a fuego en su corazón el amor por aquello que despreciamos.
Yo me pienso muchísimo el decir que algo no me gusta, prefiero mil veces hablar de lo que me emociona.
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