domingo, marzo 31, 2024
Tiendas
Mezcla
Turismo
Tras unos días en Florencia, uno vuelve a casa feliz, por encima de todo, empapado de belleza, de conocimiento, con nada que seas curioso, cargado de energía para volver a los días iguales, más sabio, más sensible.
También inquieto por lo que el turismo de masas destroza, entre otras cosas el buen carácter del ciudadano que habita esos lugares. Nos ha sido difícil encontrar un florentino simpático. En el hotel, en los restaurantes, en las taquillas de los museos. ¡Están hasta el gorro de turistas, a pesar de que muchos vivan de nosotros!
Haber combinado el viaje con Bolonia sirve para comparar dos realidades. Una ciudad fagocitada por extranejros, frente a otra que aún mantiene su personalidad. Una donde es imposible hacerse una foto sin que suene un claxon o una protesta, frente a otra donde incluso puedes pedir que te retraten.
Viajar no puede volver a ser una actividad elitista, no iría por ahí mi razonamiento, pero me cuesta encontrar una solución a la habitabilidad de ciudades-museo que pueden acabar por ser caricaturas de lo que fueron.
Inteligencia
Una persona no puede ser inteligente si no sabe escuchar.
Así me lo resumió Fran tras una cena agotadora en la que la otra persona no se molestó siquiera en disimular con un ¿qué tal estáis?
Reconozco que es un tema sobre el que me repito, de tan llamativo que me resulta. Esas ansias por el yo, yo y yo sin preocuparse por el vosotros.
Acaba ocurriendo que con gente así terminas por no quedar, que es menos complicado, tal vez menos valiente, que decirle 'no hay quien te aguante'.
Sí, la inteligencia es, también, callarse y escuchar.
martes, marzo 26, 2024
Yiyi
A veces, suena muy novelero cuando se dice eso de que alguien no ha muerto, por el hecho de que sigue vivo en nosotros, pero en el caso de mi tío Yiyi es muy fácil de explicar.
Cuando apenas tenía 13 años, un niño enclenque en un colegio homófobo y ultracatólico, fue él la primera persona que me vio en el agujero y tiró de mí hacia fuera.
—Borete, tú te vas a apuntar a remo con mi amigo Anchoa.
Convenció a mi madre y no me dieron opción.
La semana siguiente, nervioso como un perro chico, me planté en ese club deportivo y allí estuve entrenando a diario hasta que entré en la universidad.
Descubrí que había otro mundo, hice amigos, aprendí valores nuevos, comencé a formar un cuerpo de hombre, salí de la ratonera de mi habitación, ¡respiré!
Si Yiyi no hubiera tirado de mí, yo sería hoy una persona mucho menos interesante.
Él se nos fue el viernes pero, con el tanatorio abarrotado para despedirlo, seguro que seguirá viviendo en muchos de los que estábamos allí.
lunes, marzo 25, 2024
Presumir
Tacos
Partido
sábado, marzo 23, 2024
Vino y quesos
Los días de vino y quesos sí existieron.
Es una imagen que nunca debemos perder de la cabeza. Existieron y, tal vez, volverán.
Los días en que quisimos con el corazón, en que nos dolió la barriga de reír, en que descubrimos un paisaje al girar una curva que nos hizo exclamar ¡qué maravilla!
Esos días existieron y fueron nuestros. Y habiendo existido, ya son nuestros para siempre.
Y eso vale más que todas las riquezas acumuladas.
Aznavour
Macarena
Talibán
De Afganistán aprendimos, desgraciadamente, un término que utilizo mucho.
Todavía no
Noche tenebre
sábado, marzo 16, 2024
Michelangelo
Lo llaman el fenómeno Michalangelo y no sabía que existía.
De hecho no sabía que lo sabía, ni que Fran y yo lo practicábamos ya.
El nombre se debe al efecto de esculpir. De esculpir a tu pareja.
¿Cómo se hace eso?
Valorando sus mejores cualidades. Si Fran es una persona altruista, que lo es, fomentando el que lo siga siendo. Si yo soy constante, que lo soy, él halaga frente a los demás mi constancia.
Pero el tema no queda ahí. La mejor forma de poner en valor su altruismo es potenciarlo en mí, que es la manera ideal de demostrarle lo mucho que aprecio esa actitud en él. Y viceversa.
De esa forma vas esculpiendo tu yo ideal en el otro, sin manipular, sin imponer, sino resaltando todo lo bueno que hay en la persona que amas, para hacerlo crecer, y demostrarle que, por lo mucho que lo quieres, tú también luchas por ser así.
Una manera de amar que hace crecer a los dos.
Manitas
Qué rollo es no ser manitas.
O, ni siquiera querer intentarlo.
Más rollo aún cuando tu pareja tampoco lo es.
Así que acabamos conviviendo con puertas desvencijadas, persianas descolgadas, luces mal orientadas y apaños por doquier.
Lo más irritante es cuando alguien me dice, 'mucho ingeniero, pero no sabes ni arreglar un enchufe'.
Llega el día en el que, con dos cervezas, nos decimos. 'Esto no puede seguir así'.
Pero con la tercera cerveza, cambiamos de conversación.
Los otros
Me da mucho más miedo la muerte de los que quiero que la mía propia.
No por una cuestión de bondad, sino de egoísmo. Yo no quiero sufrir.
Soy de los que piensa que, cuando uno muere, todo se acaba, luego en el momento en el que yo desaparezca tengo claro que ya no habrá dolor, ni gozo, ni angustias dentro de mí.
En cambio, el día en el que alguien muy amado se vaya de mi lado, tendré que sufrir la pena, enorme, real, sentidísima, de no poder abrazarlo nunca más.
Sí, hombre
Ocurre todos los días y todas las noches caigo.
Él, que siempre está ya en la cama cuando yo me acuesto, espera a que ponga las alarmas, organice mis libros, haga un zapping rápido por la tele y acomode mis almohadas, y así, para cuando ya me he colocado cómodo, me suelte.
—Échate para allá —para el otro lado de la cama, para abrazarme.
Entonces mi yo más arisco, el organizado, el que está concentrado en lo que ha hecho en el día y lo que tiene por hacer mañana, siempre le responde.
—¡Sí, hombre! —con cara de cuerno.
Y viene la carcajada de Fran.
Papá
Torrijas
Cuánto me gusta una torrija y ¡cuántas historias hay en cada bocado que les das!
Sí, se han puesto de moda como postre estrella todo el año, compitiendo con la tarta de queso. No hay restaurante que se precie que no tenga en su carta una reinterpretación del típico dulce de Semana Santa.
En estos días, en cambio, aparecen las clásicas, esas bañadas en vino o miel en una bandeja de cristal, las que te hacen despertarte antes de la siesta solo imaginando cómo se van a deshacer en tu boca. Y con ellas viene la cocina de mamá, el trabajo en cadena que hacíamos los niños para elaborarlas.
—Tú las vas metiendo en leche, Borete.
Como la magdalena de Proust, nos llevan a tiempos en los que la vida era menos complicada.
Orfandad
No es ni mejor, ni peor, pero la orfandad es determinante en la vida de los que hemos vivido la muerte tan de frente de pequeños.
Yo tengo muy presente a quienes han perdido a alguno de sus padres siendo pequeños, porque siento que me une algo importante a ellos, en las sonrisas, en los gestos, incluso en las carcajadas.
Suenan de otro modo y no tienen por qué ser más tristes.
Esa sensación de perder para siempre un pecho en el que refugiarte te configura como una persona especial, que tiene que construir a su propio progenitor dentro de sí.
Yo, que no soy creyente, vivo desde los dieciocho años con mi madre en mí. Soy yo mi madre, soy ella, y cuido de mí.
Histéresis
No puedo negar que la carrera de Ingenieros fue un episodio duro.
Huérfano de madre a pocos días de comenzarla, atormentado por mi sexualidad, estudiar esa carrera era una condena más en la que sentía que hacía lo que los demás esperaban de mí, no lo que yo deseaba.
Fue un período tormentoso al que trataba de buscarle rendijas por donde asomarme al mundo futuro que sí quería vivir, de ahí que jugara a darle un enfoque a unos estudios tan fríos con una visión humanista, y así aprender de la vida, de modo que me empezaron a emocionarme algunas asignaturas, como las ecuaciones diferenciales o la física electrónica.
Hay dos términos que retuve para siempre, la entropía y la histéresis, tan fácil de explicar el primero como complicado el segundo, si no es a base de fórmulas.
La entropía viene a ser aquella ley física que viene a confirmar que tendemos siempre, sin excepción, al desorden. Nunca, jamás, se vuelven a dar las mismas circunstancias en la vida. La repetición total no existe. ¡Y cuántas veces no me habré lamentado de ello!
La histéresis, por su lado, la siento día a día, pero nunca he sabido explicarla, hasta que el otro día la visualicé.
Aunque sean los mismos metros de distancia, no hay la misma emoción antes y después de un abrazo, cuando estás a diez metros de esa persona a la que quieres abrazar, que a diez metros de ella cuando ya te ha achuchado.
Eres otra persona en el mismo lugar.
Luz
Un amigo mayor que yo, al que admiro y respeto, me dijo hace unos años una frase que me ha acompañado todo este tiempo.
—Salva, transmites luz.
En esa charla me animaba a seguir amando así la vida, a aprovechar de todo lo que había conseguido crear a mi alrededor, a ser consciente de mi propia felicidad.
Yo, sin falsa humildad, le di la razón, porque no veía en mí sino a un hombre que había dejado atrás un pasado oscuro, el de la época adolescente en la que él me conoció, para convertirme en alguien con la fuerza que da el quererse.
Como todo en esta vida, esa frase también implica una carga, potente, una responsabilidad personal. Cada vez que viajo por situaciones que me provocaban emoción y la emoción no aparece, me lo planteo.
¿Me habré apagado ya?
domingo, marzo 10, 2024
Estrés
Glucosa
Sexy
sábado, marzo 09, 2024
Humildad
Quejica
miércoles, marzo 06, 2024
feminista
domingo, marzo 03, 2024
Seguridad
Rencor
Siempre he pensado que un poquito de rencor es bueno.
Que ejerza de memoria respecto a quienes me hicieron mucho daño, que los hubo.
Me parece demasiado naif eso de olvidar traiciones y puñaladas.
No es cuestión de poner fotos en tu habitación a las que ir lanzando dardos antes de irte a dormir, sino de saber con quiénes no, nunca, a ningún lado.
Lluvia
Estoy seguro que que el hombre controlará que llueva lo preciso, donde sea necesario y a las horas en que no moleste.
Tanto como que dará con la técnica, individualizada, para eliminar el horroroso drama del cáncer de nuestra sociedad.
No tengo dudas de que encontrará la fórmula para producir alimentos suficientes para toda la población sin destrozar el planeta.
Lo que no tengo claro es si ese mismo hombre se matará antes a sí mismo en guerras de soberbia, ira y rencor.
El bienestar personal tiene mucho que ver con cómo tenemos compartimentada la cabeza.
Si tu mente es un solo espacio donde todo se confunde, es difícil manejarte con soltura por el mundo. Los traumas y los proyectos se juntan y de esa ensaladilla no puede salir la calma que requiere el sentirse bien en la propia piel.
Las pérdidas, que todos arrastramos, deben tener su sitio en nuestro cerebro, pero deben estar bien separadas de las preocupaciones del día a día, y éstas deben tener un sitio apartado de aquél donde están nuestras ilusiones de futuro. El amor, el deseo sexual, la ternura, la reflexión. Debemos poder abrir esos cajones en cada momento preciso.
Si una muerte de alguien querido causa estragos en cada uno de nosotros, tenemos que encontrar el modo de acudir a ella cuantas veces lo necesitemos, pero sin que todo nuestro pensamiento se llene para siempre del aroma negruzco del dolor.
Eso no es traicionar a nadie, sino vivir con dignidad.