Personas a las que le reconozco su atractivo, pero que no me atraen, muy probablemente porque vivamos en mundos paralelos que no se cruzan, por tener aspiraciones diferentes en la vida, por explicarnos las cosas con relatos discordantes.
A mí me gusta cruzarlos en mi camino, escucharlos atentamente durante una cena, ponerme en sus cuerpos para empatizar un rato con ellos, incluso sabiendo que luego nuestros caminos continuarán separados.
A veces, incluso me hacen replantearme mis propias certidumbres. Oye, pues a lo mejor se vive mejor sintiendo así.
Es enriquecedor aprender de quienes nada tienen que ver con uno.
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