Con lo que a mí me gusta empujar con la punta del dedo el último trozo del pastel para que no se me escape del tenedor, o bascular el plato sopero para cazar la última cucharada de la crema de verduras.
—Borete, ¡por favor!
Parece que viviera con un príncipe, que ni acomodados en la mesa de casa viendo una peli me deja juguetear con el cuchillo para hacerme con los restos del pescado.
Entonces nos disfrazamos de gato y de ratón, yo aprovecho que él se distrae con una llamada para sacar al gamberro que habita en mí.
—Borete, que te he visto.
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