Qué equivocado está quien piensa que la felicidad es sinónimo de vivir en pareja.
Lo dice quien lleva media vida durmiendo agarrado por las noches, pero quien sabe de tantas personas queridas bien felices sin nadie a su lado ni necesidades de tenerlo. Es más, conocedor de primera mano de tantas vidas frustradas por aguantar al melón (o melona) de turno y no tener las agallas para decir 'hasta aquí hemos llegado'.
Nos venden vidas ideales y se nos educa en lo que es una existencia triunfante, en la que no caben aquellos que decidieron que no quieren unir su destino a otra persona.
Realizarse depende de uno, de nadie más.