No es difícil enlazar que lo relacionamos con la pura felicidad.
Vamos a ese lugar no porque tenga la mejor comida, que la tiene, sino porque está Bruno.
Un portugués sumiller, casado con una sueca, recién padre de un pequeñín, que nos aconseja vinos de escándalo.
Cuando llevamos semanas sin ir, escribe a Fran:
"Me acaban de traer algo que os va a encantar".
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