Me ocurría en clase.
Me decía, que se le ponga una lengua de fuego en la cabeza a aquel que tenga padres separados, a quienes sean hijos únicos, a los que sean del Betis, a aquellos que vivan en familias de izquierda, a quienes tengan dudas sobre su homosexualidad.
Fantaseado imaginando esas llamas encima de sus cabezas, con tener ese superpoder de jugar con ventaja.
La vida no obró milagros y tuve que rascar mucho para conocer qué había dentro del corazón de los compañeros que me importaban.
No hay comentarios:
Publicar un comentario