—Es impresionante, pero...
—¡Para! —le dije—. ¡Cómo puedes ponerle un 'pero' a Venecia en la primera frase! ¡Pónselo en la séptima!
A Venecia, sobre todo tras el primer encuentro, no le debes colocar una pega hasta que reacomodes todo tu cuerpo, en ese asalto de belleza provocado por lo maravilloso que ha conseguido crear el hombre allí.
El 'pero' de aguas estancadas e incomodidades de transporte vendrá a los postres, pero no en el aperitivo.
No podemos acostumbrarnos a poner la queja tan pronto, por todo, tan fácil. Tan gratis.
Llenamos la vida de 'peros' infantiles.
Si la vida te concede el regalo, que muchos quisieran, de poder pasearte por las calles de esa ciudad inmortal, concentra tu alma en disfrutar de ese milagro.
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