Cervecero hasta la médula, me bebía las cañas como vasos de agua. Más en una ciudad como Sevilla, tan dada al tapeo, donde el calor te pide líquido casi helado para refrescar el cuerpo.
Que nadie me explique el placer de beberla, que me lo sé. Me ha acompañado en momentos muy felices y no reniego de ello.
La vida, sin embargo, es evolución y hay que saber dar pasos en la buena dirección.
Las mejores decisiones son aquellas que tomas de forma voluntaria, cuando eres tú quien decides que eso ya no te hace bien, que pesan más los pros que los contras.
Vivir con el 'sí, pero no' es más complejo, porque entras en la montaña rusa de las flagelaciones y los desquites.
Soy muy partidario de las decisiones firmes. Te hacen confiar más en ti.
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