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jueves, junio 27, 2024

Juventud

Cuando se es muy joven uno tiende a pensar que el mundo lo ha inventado la generación de los padres, ya que son ellos los que llevan el peso de las decisiones y nada se mueve sin que pase por sus manos.

De ahí que parte de la rebeldía contra las injusticias del ser humano se vuelvan, en su subconsciente, como rechazo a esos seres maduros que admiten tanto dolor.

El tiempo pasa, siempre acaba pasando, y el niño acaba siendo uno de esos seres que acaban cargando con la mochila de las decisiones por tomar.

Es entonces cuando entra compasión por el viejo, que lo hizo lo mejor que pudo en el tremendo escenario en que le hicieron vivir.

Protección

Es bonito hablar sobre el futuro cuando no se hace con ansiedad.

Le comentaba hace días a Fran que, si me pasara algo y tuviera que estar mucho tiempo en cama en un hospital, cuidase de que me viesen en buen estado las visitas que recibiera.

—Yo te protegeré —me dijo—. A ti no te verá nadie de forma impropia.

A mí me emocionó la reacción, por el hecho de que la traía ya meditada desde tiempos largos.

—Lo tengo clarísimo —insistió.


Investigación

Pese a lo cruel de enfermedades que se han llevado a gente que amábamos, es precioso, admirable, el trabajo que hacen investigadores por llegar a dar pasos en la cura de males que hace nada no tenían remedio.

Es una parte de la prensa, la sección de investigaciones médicas, que me leo de pe a pa. 

Con su lectura, dejando de lado los muchos términos que no entiendo, vuela mi imaginación y hago por ponerme en la piel de aquellos que están al otro lado de los visores de los microscopios y de las tablas de datos.

No encuentro oficio más motivador que el de utilizar los conocimientos científicos para solucionar la vida futura a anónimos que estaban destinados a sufrir un destino que ya no será devastador.

miércoles, junio 26, 2024

Orgullo

Me casé con Fran en el 2010 y utilicé días de vacaciones que fui acumulando durante meses para poderme ir de luna de miel.

No porque la empresa, como tal, no me fuera a conceder los días que me correspondían por ley, sino porque aún por aquella época entre mis compañeros se hablaba de maricones, tipos que perdían aceite y barbaridades de ese tipo. 

Yo me quería casar, no ser un héroe.

Afortunadamente la ley ha normalizado muchas cosas. Ya puedo pedir permiso si tengo que acompañar a Fran a una consulta médica, o estamos protegidos en caso de que al otro le ocurra algo. 

Incluso hablo con normalidad, con determinados compañeros de trabajo, de mis fines de semana con mi marido en el Algarve.

Algo tan sencillo como hablar de tu cotidianidad sin que te ridiculicen con sonrisitas y chismorreos.

Yo hubiera sido una persona más brillante, más feliz y luminosa, si no me hubieran tenido encerrado durante media vida por leyes que no reconocían mis derechos a tener una vida normal, ni mamarrachos escupiendo por la boca comentarios degradantes para hacerse los graciosos. 

Cada chiste me suponía un paso atrás.

Homofobia que no venía de tertulias de televisión o noticias en los periódicos, que también, sino de gente cercana que era importante para mí.

Todavía hoy hay gente que nos señala.

Todavía hoy hay quien no entiende que tengamos un día al año para celebrar el Orgullo de ser personas que luchan y lucharán por tener los mismos derechos y no ser, nunca más, discriminados ni insultados.

martes, junio 25, 2024

Dictadura

Vivir en un país dictatorial suena a ciencia-ficción a alguien educado en democracia.

La realidad, sin embargo, nos señala que un porcentaje elevadísimo de la población mundial no conoce otra cosa. Es más, hay quienes en las democracias votan por convertirse en ese tipo de nación. La que censura, la que no protege, la que no escucha.

He trabajado en países donde no hay acceso libre a internet, ni sindicatos, ni derecho a reclamar. Lugares donde se obedece.

Cualquiera podría decirme que qué más da. También somos borregos del sistema en nuestra sociedad.

Yo, sin embargo, defiendo con ardor que luchen ideas entre sí, las que me gustan y las que no, y las votemos, porque nadie, nunca, tiene toda la razón. Que los derechos sociales se conquisten en parlamentos, que los líderes políticos estén sometidos al poder de la justicia, que no haya cárcel por pensar libremente y exponer las ideas propias.

Son millones de personas bajo el yugo del dictador que no se pueden revolver contra el sistema.

Ciencia-ficción hecha realidad.

Desde dentro

No hay como la introspección para conocer a los demás.

Conocer los desajustes propios para saber que sí, que la gente puede actuar así. 

Saber cómo tú te derrumbas por dentro ayuda a comprender los derrumbes ajenos. Comprobar hasta qué límite puede uno disfrutar de un capricho sencillo permite creerte la felicidad tonta de los otros.

Porque a mí me pasó, sé que eso pasa de verdad. 

Cuanto más uno vive, cuanto más se expone, cuánto más lo analiza, lo que el vivir provoca, más preparado está para solidarizarse con emociones ajenas.

Es por eso que hay que hacer por indagar en nuestro interior, porque ahí está la clave de todo.

Uno es más empático en cuanto mejor se conoce a sí mismo. 

Comprenderse es comprender.

Cena

Es posible que llegue el día en el que venza el desencanto, mientras tanto disfrutamos de nuestra capacidad para hacer de cada cena, por ejemplo, una celebración de vida.

Poner las copas 'buenas', colocar musiquita de la que nos gusta, encender unas velas, tener un mantel diferente para cada ocasión.

Hay amores que se rompen no por falta de amor, sino por falta de ganas de enamorar, de demostrar, con detalles simples, que hay ganas de vivir al lado de quien queremos.

El engranaje de los días que se suceden necesita que lo engrasemos, en caso contrario gripa.

Que vendrán averías inesperadas, con total seguridad, pero que nos cojan con los deberes hechos.

No vale dejarse ir.

domingo, junio 23, 2024

Autocrítica

En el entorno laboral son habituales los roces, más o menos desagradables, al tener que tratar con personas que no ven las cosas, o las formas de hacerlas, de la misma forma que tú y estar obligados a entendernos.

Suele ocurrir que ninguno tiene toda la razón.

Cuando llegan esos momentos, una vez que se resuelven, soy partidario de analizar qué ha podido pasar con aquel compañero con quien ha ocurrido el conflicto, para evitar que se repita en el futuro.

Es una dinámica que recomiendo, poner las cartas encima de la mesa para salir creciendo los dos.

Normalmente funciona.

—Oye, perdona, creo que este asunto no estuvimos acertados.

La sorpresa llega cuando uno admite en voz alta lo que ha podido hacer mejor y la otra persona, tras escucharte, no asume el menor reproche.

—¿No tienes ninguna autocrítica que hacerte?

—Por supuesto que no.

Pobre infeliz.

Prisas

Tener muchos seguidores me hace recibir mensajes diariamente, cosa que agradezco cuando llegan llenos de cariño, con propuestas interesantes o de personas de quienes aprendo.

No todos son así. Hay una modalidad que se repite. La mujer que dice leer todos mis textos de cada tarde, que se confiesa fiel seguidora y que, al mismo tiempo, me propone, con mayor o menor descaro, una relación sentimental.

Hay que invertir un poco más de tiempo, les digo, en elegir a la persona deseada.

Caca

En esta ciudad con tanta guasa en la que nací, en cuanto llegas al mundo te lanzan un mensaje:

—Sevilla bueno, Betis caca.

O a la inversa. Que quede claro, antes de que te dé tiempo a elegir por ti mismo, cuál va a ser tu equipo de fútbol.

Yo, el primer varón, con padre sevillista y madre bética, tuve que posicionarme, y lo hice por el lado maternal.

¡Me gusta el verde!

Es tan potente el mensaje que a algunos chavales les cuesta establecer la frontera.

El chiquitín de una familia cercana viajaba por primera vez fuera de la ciudad para ver a sus tíos. Cuando lo recibieron, le preguntaron:

—¿De dónde viene nuestro sobrinito?

A lo que él contestó lo que le habían enseñado.

—De Sevilla caca.

viernes, junio 21, 2024

Oscuridad

No hay como leer ficción acerca de un lugar antes de visitarlo.

Durante años, he acudido a una librería de Sevilla para pedir consejo cada vez que me enfrentaba a una nueva aventura, Irán, Estados Unidos, Rumanía, Chile, India... Antonio, el librero, disfrutaba sacando novelas o ensayos de esas diferentes culturas para que yo fuera preparando mis viajes con tiempo en la parte emocional.

Una de las últimas ocasiones en que visité Japón, él me entregó un libro pequeño, como si fuera un tesoro.

—¿El elogio de la sombra? —me preguntó la azafata de Iberia en cuanto subí al avión a Tokio—. Te va a cambiar la vida.

Las 14 horas de vuelo las pasé sumido en ese delicioso tratado acerca de la diferente forma de ver el mundo de la sociedad nipona.

Una vez que aterrizamos, busqué a la azafata.

—Estoy maravillado —le confesé.

Y ella me sonrió.

La mano

Llegaba a un encuentro con una colega de trabajo en las oficinas de Madrid y me levanté a darle dos besos en cuanto apareció por la sala de reuniones.

Tras de mí, la saludó un compañero de mi equipo. Ella, en un gesto algo brusco, le lanzó la mano para evitar el beso.

De pronto, me sentí culpable.

Es cierto que nos han educado, en España, en el beso a las mujeres como muestra de cortesía. Tan cierto como que, a día de hoy, ellas toman la decisión de si les apetece o no.

Lo hablaba hace unos días, en una convención en la que participaba, con una ejecutiva de la compañía que organizaba el acto. 

—Es la mujer quien decide la forma de saludo —me explicaba, tras darme dos besos.

Hay quien puede ver aquí una muestra de feminismo trasnochado, yo, por mi lado, considero sano que todo se replantee, por mucho que la tradición nos lleve a situaciones violentas.

jueves, junio 20, 2024

Pasos

Mi hermana Mónica es la voz de la conciencia de nuestra salud.

Nos reímos cada vez que nos da una pauta nueva para comer o una sugerencia para llevar una vida sana, pero acabamos, casi siempre, haciéndole caso.

Hace tiempo me metió en la cabeza el compromiso personal de hacer seis mil pasos al día.

—Pasas muchas horas sentado —me explica.

Así que tengo integrado que, antes o después, tengo que pegarme esa caminata, que suelo disfrutar como un bálsamo contra el estrés.

Ocurre, sin embargo, que hay días en los que llego agotado a casa, miro el móvil y, como ayer, solo he hecho 5.800 pasos.

—Borete, voy a sacar la basura —me dice Fran.

Yo, tumbado en el sofá, miro la hora, a punto de la medianoche, y le digo, medio en broma, medio en serio.

—Llévate mi móvil, porfa, y regálame doscientos pasos.

sábado, junio 15, 2024

Colores

Me gustan las comidas entretenidas y de colores.

Esas que se despliegan en varios cuencos de los que tienes que ir sacando pequeñas porciones para ir dando con sabores diferentes en función de cada mezcla, las que te permiten jugar con ingredientes muy diversos para poner a prueba tu paladar.

A mí me apasiona ir a sitios muy concretos donde sé que me van a ofrecer ese juego culinario de divertirme comiendo.

Dicen que un buen menú está lleno de colores. 

Mimados

Todos mis amigos que han llegado a la edad adulta con la vida solucionada han salido perdiendo.

Alguno me leerá hoy y ya sabe cómo pienso.

Es un error de los padres dar las llaves de un coche, las de un apartamento o proporcionar una importante suma bancaria a quien está naciendo a la madurez. Con todo el amor que se les presume en esa acción generosa para con sus hijos, no están sino envenenando su capacidad para sentirse realizados por sí mismos.

Distinto es echar un cable, o dos, para cubrir lo básico.

Yo recapitulo y compruebo, sin equivocarme, que aquellos que se han labrado a sí mismos hasta encontrar su propia subsistencia son personas mucho más capaces de entender el mundo, de amar de frente, de valorar más a sus padres y de empatizar con el que no consigue llegar.

Fácil

Una de las mejores formas de pasar por la vida consiste en hacer las cosas fáciles a los demás.

En el ámbito que sea, da igual el grado de confianza, ni qué sienta el otro por nosotros.

Facilitar la vida de la gente que nos rodea es engrasar el mundo, eliminar tensiones residuales, una forma sencilla de evitar que nazcan problemas de dónde no los hay.

En muchas ocasiones el ser humano se empecina en lo contrario, en la queja y el rechazo, con lo fácil que es dar la mano y decir 'aquí me tienes'.

Retorcidos

La persona retorcida siempre tiene argumentos para defenderse, porque en caso contrario no actuaría con maldad.

Es el primer concepto que hay que entender cuando uno tiene que afrontar relaciones con gente tóxica, compañeros de trabajo, familiares o vecinos con los que no hay más remedio que mantener un mínimo contacto.

Ellos se construyen un relato para actuar como actúan, de modo que establecen, sin saberlo, todo un parapeto de justificaciones cuando les echas en cara su comportamiento.

Segundo concepto a retener, casi siempre su defensa la basan en el victimismo.

'Yo no soy malo, me han hecho que sea así'.

Hay una última y tercera variante, suelen ser narcisistas. 

'Primero yo, luego yo y, por último, yo'.

Qué pereza dan.

Yerno

He lamentado a menudo que mi madre y Fran no coincidiesen en el tiempo para conocerse. Hay días, como ayer, en los que un recuerdo me lleva a otro y lo comento con él. 

-A lo mejor yo no le hubiese gustado -me responde.

-Sabes que sí.

-Lo que es seguro -me dice- es que no encontraría nunca un yerno que quisiera a su niño tanto como yo.

miércoles, junio 12, 2024

Teletrabajo

Vivo en un bloque de apartamentos que se ha convertido en una comunidad triste, habitado por personas de la tercera edad cansadas de bregar con su día a día.

Las mañanas que teletrabajo en casa son un suplicio de gritos, quejas y broncas que no tienen que ver sino con la desesperación de personas con las facultades mentales y físicas muy deterioradas.

Apenas un piso con niños, chinos, ruidosos y divertidos que dan el toque de vitalidad que rompe con los malos rollos.

Ya a primera hora debo cerrar las ventanas interiores al patio para poder concentrarme en el trabajo.

Qué duro es llegar a la vejez, qué duro tanto mal humor.

martes, junio 11, 2024

Sudamérica

Hay señoras que votan a Vox traídas al colegio electoral en silla de ruedas por una paraguaya, a la que, en muchos casos, no tienen dada de alta en la seguridad social. ¡Y votan para echarla!

Sí, es una evidencia, hay muchos sudamericanos en nuestro país. ¡Bendita evidencia! 

Son personas que tienen en común una característica, han tenido el arrojo para atravesar el Atlántico y dejar atrás una familia y unos paisajes de infancia con el firme objetivo de poder tirar para delante. Esa característica, que los une, su arrojo, los dignifica aún más.

Llegan a un país que los entiende, que les da trabajo, pero que también, en muchos casos, los mira por encima del hombro al distinguir sus rasgos faciales.

Nos ponen el café, sirven a nuestros viejos, nos revisan la maleta en el aeropuerto, limpian nuestras calles, planchan nuestra ropa, y no los queremos integrar.

A mí me emociona verlos llegar a puestos de responsabilidad. ¡Ya empiezan a hacerlo! La generación que ya nació aquí, que disfrutó de la infancia digna que le regalaron sus padres, que supieron creérselo.

Que son tan maravillosos como los que más.

Alvise

Tan podrida está una parte de nuestra sociedad, que debemos contemplar como casi un millón de ciudadanos de nuestro país dan su voto a un negacionista climático, terraplanista, homófobo, machista y racista.

A estas alturas del siglo XXI.

Cuando, la noche de las elecciones, busqué su nombre en Google me horroricé aún más. ¡Es sevillano!

Así se lo comenté a Fran que, charlando con una amiga, se lo confirmó:

¿Que ese mamarracho es de aquí? —le preguntó ella.

Fran asintió.

De Sevilla, sí.

Ay, ¡qué horror! Que, por lo menos, sea de las afueras.

Que no falte el humor frente a la barbarie.

lunes, junio 10, 2024

Armaçao

Me asomaba este fin de semana al atardecer de un paseo por la playa, tras una larga caminata.

Apoyado en la barandilla del paseo marítimo, observaba el jaleo de los críos jugando a la pelota, en una escena ya lejana para mí, en aquellas jornadas eternas de verano en las que se nos hacía de noche dando patadas a un balón hasta bañarnos, exhaustos, con el último rayo de sol.

Los miraba y me decía, no saben que son tan felices, no se dan cuenta de que esos tiempos de tardes infinitas no serán eternos, que muchos de esos amigos imprescindibles se difuminarán.

Los adultos solemos olvidarnos de los miedos de cuando éramos jóvenes y nos decíamos, ¿conseguiré un trabajo? ¿Tendré alguien que me quiera? ¿Sabré vivir la vida?

Tengo mucha más paz interior ahora, viéndolos jugar al balón, que cuando era yo el que daba esos patadones y me moría de la risa con cada balonazo en las barrigas de mis amigos.

Los audios a doble velocidad

Dicen que el estrés está en el origen de múltiples enfermedades, así que, donde lo veo, lo ataco.

El otro día un amigo me pasó su teléfono, para que escuchase un mensaje de audio que, para mi sorpresa, se reproducía a doble velocidad. Con voz de pitufo, alguien nos explicaba cómo llegar al sitio donde nos teníamos que encontrar.

¡Qué necesidad de ganar 30 segundos!

Nos dan herramientas para hacer cada vez las cosas más deprisa, como si en la rapidez estuviera la clave del éxito o del control de nuestras vidas.

Ya imagino a alguien escuchando una ópera al triple de velocidad, por no tener tiempo para hacerlo de otra forma.

Qué angustia.

Soy muy partidario de la lentitud, porque cuando practicas esa gimnasia, la de concentrarte en hacer algo con calma, sueles manejar los tiempos de manera mucho más eficaz.

viernes, junio 07, 2024

Ascensor

Se iba a cerrar la puerta del ascensor, pero conseguimos entrar.

Nos miraron raro. En el centro había un tipo muy maqueado, con ropa vanguardista, provocadora, y a su alrededor una cuadrilla de personajes, de más edad, que nos miraban con cierta desconfianza.

Cuando llegamos a la planta del centro comercial a la que nos dirigíamos, Fran me preguntó.

—¿Has visto quién era?

—¿El del ascensor?

Me comentó que era un rapero muy famoso, del que no retuve el nombre. Entonces visualicé la escena de unos segundos antes, ese hombre como un pavo real, desplegando su cola de colores, con su corte aduladora alrededor.

Cuando no sabes que delante de ti está el famoso, éste pierde su superpoder y, lo que ves, sin prestar atención, roza lo ridículo.

miércoles, junio 05, 2024

Buhaira

Cuando Fran tiene turno de tarde, me gusta ir a buscarlo a la salida de su trabajo, como un novio adolescente.

Otras veces hago justo lo contrario, salgo a pasear en el sentido opuesto para que, cuando me llame, yo tenga que darme una buena caminata hasta dar con él. Técnicas básicas para obligarme a mover el cuerpo tras horas frente al ordenador.

Entonces nos citamos en un punto intermedio.

—Allí nos vemos.

Es un placer, otro más, patearse la ciudad a solas. Ver el mundo girar.

Hice por fijarme en una chica, hablando por el auricular, que parecía dirigirse al mismo sitio que yo. Hablaba, gesticulaba, y no paraba de hablar. Así durante un par de kilómetros.

Agotador.

Ni siquiera pasear a solas, en silencio, con calma, se permite la gente. 

Felicidad

El lunes volvíamos de dejar en su casa a Isaac, tras cenar en una terraza de Montequinto en una noche espléndida.

—¡Qué felicidad! —nos dijimos.

Tenemos todo el derecho a decírnoslo, porque la vida nos trata bien. Atravesamos una época preciosa, nos queremos, estamos contentos con nuestros trabajos, la salud nos respeta.

Si no gritamos ahora nuestra felicidad, ¿cuándo lo haremos?

Cantar lo bonito es de sabios.

Cerveza

Fue su última salida del hospital; él mismo veía que le quedaban pocos días.

—¿Nos tomamos una cerveza, papá?

—Claro que sí.

Estaba muy débil, pero su espíritu vital pudo con su cuerpo agotado.

Quería llevarlo a su bar, el Jamaica, donde íbamos todos los domingos desde que tengo uso de razón, allí donde nos esperaba cuando salíamos de misa con mi madre, antes de que la fe nos abandonara a cada uno de los hijos.

Ese Jamaica de huevos rellenos y mero empanado, en el que lo encontraba cuando escapaba un poco antes del trabajo, siempre acompañado por sus amigos.

Lo razonable ese día era llevarlo a casa, pero quería regalarle esa última cerveza.

Le costó llegar a la silla, pero llegó y resopló. Era su momento.

Una de las camareras más veteranas, tras acercarle su última cerveza, le dio un beso en la frente que me inundó de emoción.

Ella sabía que nunca más lo vería allí sentado.

lunes, junio 03, 2024

Churros

Tener en cuenta principios básicos de una buena nutrición no es solo algo obligado para con uno mismo, sino para con los demás.

Todas las enfermedades y achaques que tengamos serán aguantadas por la gente que nos quiere. Qué menos que cuidarnos.

Lo que sí tengo claro es que no debemos ser talibanes y permitirnos alegrías de vez en cuando, para que no se nos retuerzan los cuernos.

Así que hay días en los que decimos, ¡hoy, churros!

Pero, eso sí, no puede ser aprisa y corriendo, sin buena compañía, ni con un vaso de agua.

Ya que pecas, ¡peca bien!

Barra Baja

En cuanto se abrieron las puertas de las casas tras la pandemia, Fran y yo salimos escopetados a brindar por ello.

El azar quiso que diésemos con un restaurante, el Barra Baja, recién abierto días antes de que apareciera el covid. Una pareja joven, catalana ella, sevillano él, se las veía y deseaba para mantener el negocio a flote.

Comimos tan bien, nos trataron ¡tan bien!, que volvíamos cada semana. A veces, éramos los únicos comensales en toda la noche. Pero apostamos por ellos, trajimos gente, hablamos maravillas de su cocina. Pusimos nuestro pequeño granito.

Su buen hacer hizo el resto. Cuando hay calidad y al cliente se le trata bien, la recompensa suele venir.

Años después, una noche, tras cenar y cuando ya salíamos, nos dijeron.

¡Esperad un momento!

Yo agarré a Fran y le dije que nos llamaban. Pensé que nos invitarían a un chupito.

Entonces aparecieron, desde la trastienda, con mi novela 'Nunca sabrás quién fui'.

¿Nos la firmas?

Amor con amor se paga.


domingo, junio 02, 2024

Desinformación

La desinformación en las redes es algo más sutil que un montaje de Putin vestido de santo.

Es una línea tan delgada que piensas que están de moda cosas que solo están de moda para ti, es tan sibilina esa desinformación que te hace creer que todo el mundo ve las cosas con el mismo prisma que tú.

Al singularizar tanto las grandes plataformas todas tus apetencias, porque nos conocen tan bien, a nosotros llega lo que ellos deciden que nos debe llegar.

Así, a un seguidor de Abascal, le llega un mundo devorado por los demonios del socialismo, donde todos los inmigrantes roban, la mitad de las ciudades están controladas por okupas y la mujer de Pedro Sánchez devora niños al pil-pil entre velas negras en la Moncloa.

Y se lo creen.

Del mismo modo que a mí me hace pensar que la ropa que yo me pongo es la que se lleva porque he comprado dos polos y un pantalón que me gustaron, o me hace sentir que el arte contemporáneo es una tendencia que abraza todas las culturas, porque cada tarde me pongo a buscar un cuadro que juntar a este texto que te ofrezco a ti.

sábado, junio 01, 2024

Guilty

Escuchas a Trump tras ser declarado culpable y no tienes más remedio que sonrojar.

Vergüenza ajena no solo por él, sino por pensar que la mitad de la población americana, un país del primer mundo, pueda creer sus frases sin sentido o empatizar con su causa, la de un hombre corrupto, vulgar, machista, chabacano, mentiroso, prepotente, extorsionador, filibustero, que puso a su propio país contra las cuerdas tras incitar a una muchedumbre a atacar su propio Congreso.

Si esto ocurre en Estados Unidos, qué no podemos esperar del resto de democracias del mundo.

El otro día leía a un filósofo decir que a una gran parte de la población le encantaría que todo se fuera al garete, eso sí, siempre que ellos no se vieran afectados.

Quieren que el mundo se vaya al infierno y verlo tranquilitos por la tele.

Bogavante

El crío estaba en la mesa de al lado, en un chiringuito en Conil, con la mirada puesta en su tablet, con un plato de arroz bajo su barbilla en el que, como un autómata, de vez en cuando metía el tenedor.

Nosotros nos debatíamos entre un calamar a la plancha o un arroz negro, cuando un camarero pasó con un bogavante gigante, vivo, en un plato, para enseñarlo a clientes que estaban unas mesas más atrás.

Al pasar junto al niño, los padres le pidieron que enseñara el animal a su hijo.

Se lo puso literalmente en la cara, el crío miró apenas una décima de segundo y siguió con su maquinita.

¿Dónde está el mundo real de esa criatura?