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viernes, mayo 16, 2014

De frente


No hace mucho entró alguien de mi equipo en mi despacho y, mirándome a los ojos, me preguntó:

—¿Estás descontento conmigo?

Yo le respondí, con sinceridad, que no. 

Decía verme distante, reconocía haber fallado en algún caso y pedía que le reprochase cualquier comportamiento inapropiado.  Yo le hice ver mi satisfacción con él y su trabajo, le recordé las situaciones concretas en que sí le transmití mis dudas y me comprometí a seguir en esa línea de mutua confianza.

Cuando cerró la puerta me quedé con una sensación de plenitud, efímera, al pensar que otro mundo sería posible si los humanos, en nuestras relaciones laborales, familiares, amorosas o entre amigos nos comportásemos con ese talante limpio, claro y directo; hacer por saber qué piensa el otro de mí por la vía más directa: una pregunta sin frases subordinadas ni rodeos.

El mundo giraría mucho más redondo si, dejando de lado temores infantiles, nos hablásemos de frente.

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