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salvador-navarro.com

miércoles, enero 06, 2010

Entre nosotros

Llevaba poco tiempo en la fábrica donde he desarrollado, hasta ahora, casi toda mi vida laboral. Tendría ventitantos años, cerca de la treintena. Yo trabajaba en Mantenimiento y, como tal, tenía contacto a pie de taller con multitud de técnicos, operarios, especialistas y mandos de la empresa. Estaba inmerso en el duro ciclo de trabajar a tres turnos (mañana, tarde y noche).

En uno de estos turnos había un hombretón, apocado, especialista en una zona de máquinas que se dedican a dar el mecanizado final a las piezas que luego van montadas en la caja de cambio.

Este hombre era servicial, con escaso bagaje formativo, pero con una gran experiencia. Él se dedicaba a realizar los reglajes a las máquinas, cambiar herramientas, prepararlas para pasar a otro tipo de pieza... mientras mi tarea consistía en reparar las averías de dichas máquinas y, fundamentalmente, intervenir antes de que éstas se produjeran.

No puedo olvidar un turno de noche, yo estaba ya bastante cansado y llevaba varias horas trabajando codo a codo con él.

Entonces, sin más trato conmigo que el puramente profesional, me comentó que en cuanto llegase a su casa iba a coger a su mujer y se la iba a follar como se merecía, y que si a ella no le apetecía a él le daría igual, que más le valía que no se resistiera si no quisiese llevarse una paliza.

'Las mujeres no se enteran para lo que sirven, Salvador'.

Ese hombre ya se jubiló y yo siempre me arrepentiré de haberme quedado petrificado, inerte.

7 comentarios:

Híspalis dijo...

Da gusto leer entradas así. Bienvenido a Blogueros de Sevilla: www.bloguerosdevilla.com

Te seguiremos leyendo... un abrazo.

Salvador Navarro dijo...

Gracias, Híspalis... muy agradable sorpresa

Aquí me tenéis

Un abrazo,
Salva

nosqué dijo...

56 mujeres asesinadas el año pasado.
Estamos tod@s, más que inermes, muertos.

Anónimo dijo...

Un bestiajo, poca diferencia con un animal.
Desgraciadamente la violencia familiar sigue en aumento.
Sin educación las leyes tienen poco efecto.
ANTIPODAS

nuria dijo...

Sin ánimo de provocar,pero sí
de reflexionar,yo muchas veces me
siento igual cuando callo ante la
aprobación sin fisuras del aborto,
¿còmo se puede ser tan categòrico ante un asunto tan com-
plicado?Al menos para mi lo es,al
margen de la religiòn me planteo
que el no nacido siente y padece
como tantas investigaciones han demostrado ya.¿Ni por un momento
os surgen dudas a los que lo teneis tan claro?Insisto,al margen
de cualquier creencia religiosa,sòlo como planteamiento
personal.

Anónimo dijo...

Es verdad que hay veces que cuando se está bromeando se sueltan barbaridades que realmente no se piensan, pero aunque este comentario se tratase de una broma, no tiene perdón.

Desgraciadamente, todavía existen animales de este tipo, y que me perdonen los animales, que no sólo hacen esos comentarios, sino que además los muy cobardes, se atreven a llevarlos a cabo.

Desafortunadamente hace unos meses tuve la desgracia de presenciar una agresión de género. Aquel 20 de Octubre no se me olvidará en la vida.

Cuando me disponía a subir las escaleras hasta mi 5ª planta para dar fin a una de mis sesiones de carrera continua, empecé a oír gritos. Algo inusual en el bloque, pues afortunadamente es bastante tranquilo. No me hizo falta subir una planta para darme cuenta de que, cuando menos, se trataba de una fuerte discusión de pareja, pero ni se me paso por la cabeza que iba a presenciar un espectáculo tan lamentable.

Al llegar a la tercera planta, me encontré una puerta abierta y a una mujer acurrucada en el suelo de la entrada de su casa. Lloraba y suplicaba a su marido que no le pegase, mientras éste le soltaba, la que posiblemente era, la enésima patada.
Movido seguramente por mi absoluta intolerancia a este tipo de situaciones, aproveché que ese individuo me estaba dando la espalda, para sacarlo de un empujón de encima de la mujer y decirle que si tan valiente era que se atreviera conmigo.
Yo con mi mujer hago lo que quiero y tu aquí no pintas nada, niñato! Me dijo con voz de borracho.
Cuando le dije que iba a llamar a la policía, la mujer, de rodillas, se agarró a mi pierna y me suplicó que me fuese y que no lo denunciase.
Ante esa situación, pedí al sujeto que cada vez que necesitase desahogarse dando golpes a su mujer, se acordase de su madre, y si aún así no se le quitaban las ganas, que subiese al 5ºC, donde estaría yo dispuesto a pelearme con él.

Hasta hoy no me ha llamado y tampoco he vuelto a escuchar gritos. Mi corazón me dice que esa mujer no ha recibido más golpes, mi sentido común me dice lo contrario.

Ojala la realidad se corresponda con mi corazón.

Ojala todo este tipo de agresiones se hiciesen con una puerta abierta, sino física, al menos a la esperanza de que algún día, con una mejor educación y enseñanza y con una mayor concienciación de la sociedad, no sólo conseguiremos que el número de muertes por violencia de género sea cero, sino que ninguna mujer sea agredida por su pareja.
Mientras tanto, es tarea de todos, ridiculizar a los “machitos” que hacen esos comentarios y reaccionar, sin dudarlo, ante situaciones como la que desgraciadamente me tocó vivir.

Un saludo
Rivo

Pablo Rodríguez Burón dijo...

Creo que son ese tipo de desprecios atávicos -y casi consustanciales a muchos "hombres"- los que hay que (re)educar para empezar a atajar el problema. Un abrazo resfriado