Si antes de manifestar nuestra opinión a alguien, sobre algo que le afecta, pensáramos más en esa persona y menos en nosotros, seguro que seríamos más prudentes.
Es una pregunta que deberíamos hacernos, ¿va a hacerle algún bien eso que le voy a decir?
Bajo el disfraz de consejo muy a menudo se agazapan críticas feroces a lo que el otro representa para nosotros.
No sé cuántas veces habré metido la pata diciendo necedades a gente querida, amparado en mis buenas intenciones, que no llevan a ninguna parte.
Antes de aconsejar medito mucho, porque sé el valor que los demás dan a mi palabra.
No hay comentarios:
Publicar un comentario