Siempre tuve tendencia a adornar las noticias graves, y así, con esa pátina de deseos conseguía endulzar informaciones pesadas de digerir.
Los muchos años de trabajo en mi empresa me han educado a ir quitando edulcorantes a los hechos, enunciarlos con la austeridad de los datos contables, objetivos y no opinables.
El maquillaje suele manchar cuando de comunicar se trata. Sazonar, ocultar o exagerar no suele obrar efectos positivos. Te hace perder credibilidad y provoca reacciones en el otro que no son las que proceden.
Si te ha ocurrido algo que te oprime el corazón, cuéntalo tal como es o no lo cuentes. Si ves que puedes echar un cable a alguien querido, háblale con toda la franqueza de la que puedas hacerte. Decir a un amigo lo que quiere oír suele no traer cosas buenas. Las claves son el tono y el momento.
Cuando se averiaba una máquina durante una hora yo le decía a mi jefe que había sido media; si alguien había llegado una hora tarde, yo decía que media; si provocábamos un incidente a un cliente yo le restaba importancia. Quería evitar conflictos.
Si alguien a quien quiero se le hace un nudo entender por qué las cosas no terminan de irle bien, yo le digo lo que observo con toda la empatía de la que dispongo. Porque quiero que hagan lo mismo conmigo.
La verdad, con ese sonido tan rotundo, es mucho más amigable cuando se la mira de frente.
Los muchos años de trabajo en mi empresa me han educado a ir quitando edulcorantes a los hechos, enunciarlos con la austeridad de los datos contables, objetivos y no opinables.
El maquillaje suele manchar cuando de comunicar se trata. Sazonar, ocultar o exagerar no suele obrar efectos positivos. Te hace perder credibilidad y provoca reacciones en el otro que no son las que proceden.
Si te ha ocurrido algo que te oprime el corazón, cuéntalo tal como es o no lo cuentes. Si ves que puedes echar un cable a alguien querido, háblale con toda la franqueza de la que puedas hacerte. Decir a un amigo lo que quiere oír suele no traer cosas buenas. Las claves son el tono y el momento.
Cuando se averiaba una máquina durante una hora yo le decía a mi jefe que había sido media; si alguien había llegado una hora tarde, yo decía que media; si provocábamos un incidente a un cliente yo le restaba importancia. Quería evitar conflictos.
Si alguien a quien quiero se le hace un nudo entender por qué las cosas no terminan de irle bien, yo le digo lo que observo con toda la empatía de la que dispongo. Porque quiero que hagan lo mismo conmigo.
La verdad, con ese sonido tan rotundo, es mucho más amigable cuando se la mira de frente.
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