Todos intuimos la imagen dolorosa de un Julen desfallecido en manos de un minero asturiano, y lloraremos; sin embargo, no hay noticia más hermosa que la que estamos recibiendo de un equipo de cientos de personas excavando una montaña contrarreloj por salvar a una criatura de la angustia de su prisión helada.
Hartos de aguantar miserias de un mundo que parece evolucionar hacia atrás, con una ciudadanía torpe rebuscando en los horrores del pasado pócimas milagrosas para el futuro, aparece una luz al final del pozo, un chavalín que nos pone frente al espejo de lo realmente transcendente en esta vida: el cariño a los nuestros.
Estos diez días he cerrado muchas veces los ojos en un intento de simular al crío delgado, lleno de rasguños, congelado, incapaz él de imaginar cuánto amor ha provocado.
Veo las grúas, los focos en la noche, las trampas de la montaña, los errores involuntarios, las conexiones en directo y pienso: podríamos ser grandes.
Hartos de aguantar miserias de un mundo que parece evolucionar hacia atrás, con una ciudadanía torpe rebuscando en los horrores del pasado pócimas milagrosas para el futuro, aparece una luz al final del pozo, un chavalín que nos pone frente al espejo de lo realmente transcendente en esta vida: el cariño a los nuestros.
Estos diez días he cerrado muchas veces los ojos en un intento de simular al crío delgado, lleno de rasguños, congelado, incapaz él de imaginar cuánto amor ha provocado.
Veo las grúas, los focos en la noche, las trampas de la montaña, los errores involuntarios, las conexiones en directo y pienso: podríamos ser grandes.
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