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miércoles, julio 18, 2018

Triturado

Cada vez que la mañana se complica en el trabajo, me escapo a un bar cercano para abstraerme del mundo con un buen desayuno. El único problema es que cambian mucho de personal y no terminan de quedarse con mis rutinas:

-Un batido de chocolate y media con jamón serrano y tomate.

-¿En rodajas o triturado?

-Tiru... tritru... rado

Hay veces que vengo con la frase preparada.

-Un batido de chocolate y media con jamón serrano y tomate tiru... tritru... rado

Hay una puerta de la fábrica por la que he pasado miles de veces, desde hace más de veinte años. No reparo en ella hasta que me la encuentro de frente y entonces me digo... es de empujar, es de empujar... Pero no. Es de tirar.

Hay genes rebeldes en mí, que se empeñan en provocarme siempre los mismos tropiezos.

Son dos interruptores en la cocina de Conil y uno alumbra un foco agresivo de luz blanca. Cuando acerco el dedo siempre pienso... es el de la derecha... y enciendo con el izquierdo la luz maldita.

Estos días de auditoría me hacen escribir tonterías para bajar 'estreses' que no son buenos. Uno de los técnicos que nos visitan se llama Mustafá, y yo debo presentarlo a mis compañeros conforme se desarrolla la semana de trabajo. Se dan la manos todos entre sí y cuando me toca introducirlo:

-Él es Mohamed.

Mustafá se ríe y le quita importancia, pero yo trato de abstraerme para no repetir el fallo. No me conoce para evitar pensar en mofas extrañas por mi parte. Cambiamos de zona, nuevas presentaciones... No es Mohamed. Es Mustafá. No es Mustafá.

-Os presento a Mohamed.

Hay frustraciones ocultas o defectos de fábrica. Tra-tre-tri-tro-tru... Sé decirlo. Seguro.

-¿El tomate se lo corto?

-¡No!

Maldito el momento en que le cogí manía a las rodajas de tomate.

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