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domingo, noviembre 20, 2016

Andaluz

Suele ocurrir que a quien se ridiculiza de forma constante acaba por cabrearse. A nadie le gusta que se le perdone la vida un día sí y otro también, ni que se le utilice para ocultar las propias vergüenzas.

Yo nací en una tierra llena de historia, con mezcla de sangres y culturas, acogedora, alegre, buena interpretadora de la vida y de la muerte, elegante en su forma de enfrentar el futuro sin perder su alma. Un lugar del mundo donde no triunfan los discursos nacionalistas ni excluyentes porque somos ciudadanos universales que relativizan las soflamas del odio. Mi tierra, terriblemente imperfecta, sí,  está maleada, como otras, por actos corruptos, tiene cierta querencia por el presente que penaliza lo vanguardista, está salpimentada de picaresca y desconfianza por lo público. Pero Andalucía es un territorio que lucha con dignidad por su día a día, orgullosa sin banderas de formar parte de una España que no siempre la entiende.

Ya no son sólo los nacionalistas catalanes, sino determinada clase política madrileña, los que nos desprecian con discursos paternalistas y agresivos para empequeñecernos como pueblo. ¿Qué sería de nosotros sin su dinero?

Un andaluz paga los mismos impuestos que el resto de españoles. Desgraciadamente nuestro tejido industrial es menor, el nivel de paro más alto y las sedes centrales de todas las grandes empresas que operan en nuestra comunidad están radicadas en Madrid o Barcelona, donde pagan sus impuestos.

No insulten más nuestra inteligencia porque el andaluz es un pueblo sabio que no va a permitir que se rían de los suyos. No busquen provocar en nosotros sentimientos de agravio que rechazamos, no nos hagan refugiarnos en nuestras razones para priorizar a la tierra que nos vio nacer frente a aquéllos que se mofan de la Andalucía a la que amamos como es: libre, grande y orgullosa.


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