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miércoles, marzo 20, 2013

Admirar

Tenía un amigo, porque los amigos también dejan de serlo, que decía sorprenderse por mi capacidad para admirar.

Yo, en mi fuero interno, me decepciono con la gente que no sabe hacerlo.

Quien no admira, entiendo, pertenece a ese núcleo de personas cuya filosofía de vida es que 'todo el mundo es malo' y justifican cualquier virtud en el otro en algún interés oculto, complejo físico o emocional o estrategia insana.

Nadie es perfecto, y tal verdad es algo tan de perogrullo como que hay personajes que tienen la virtud de hacer resplandeciente un día gris con su palabra, sus comportamientos, la sabiduría, el humor o la bondad con que rocían sus vidas.

Yo admiro a compañeros de trabajo, sin rubor. Por su capacidad de pedir las cosas con una sonrisa,  por su disposición a la colaboración o por su efectividad para sacar tareas adelante sin quejarse.

Admiro a quien se hace a sí mismo, a quien comparte sus reflexiones, a quien es humilde y a quien no ha perdido la capacidad de aprender.

Admiro al viejo José Luis Sampedro o a José Saramago -porque los muertos dejan de serlo desde que se instalan en la memoria de quien les sobrevive- por hablar tan claro del género humano.

Perder la capacidad de tener modelos de conducta es dejar de creer en las posibilidades de progreso de uno mismo como ser humano.

1 comentario:

Argax dijo...

Admirar al fin y al cabo es saber ver virtudes que podríamos incorporar a nuestro repertorio. Eso es avanzar, el que no admira no avanza o avanza en una senda por la que yo no quiero transitar.

Un abrazo.