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miércoles, marzo 10, 2010

New York, New York

Sobrevolando por cuarta vez el Atlántico en dirección a la Gran Manzana, me planteo el porqué de mi gran atracción por esta inmensa metrópoli.

Fue en el verano del 2003, en la época que vivía en París, cuando Kristian, un amigo francés, me invitó al piso de Harlem de un profesor de literatura chileno que andaba de vacaciones por su tierra. Mi desconexión de las rutinas de mi familia y amigos, cada cuál con sus planes hechos, me hizo dar un sí rotundo a Kristian.

Viaje inolvidable, de shock, en que tenía todos los sentidos abiertos para descubrir, admirar, sorprenderme. El llevar a Kristian, una persona imprevisible y provocadora, de cicerone, me hizo ver Manhattan con sus filtros. Gosspel, jazz, musicales de broadway, música clásica... pero ningún museo. La vida de Kristian en Nueva York era música, calle y grandes bocadillos en los Subway.

Tiempo después, una semana santa de mucha nieve en Nueva York, volví con Fran. Me tocaba ser a mí el anfitrión y mi gran disfrute fue ver los ojos de Fran reflejados de rascacielos nevados. Comprendí que la ilusión del que descubre es casi tan grande como del que muestra. Hubo, sobre todo, mucho paseo.

Hace pocos veranos volvimos con Mariángeles y Agustín. Viaje programado con mucho tiempo, no podía ser de otro modo estando Mariángeles por medio, pasamos diez días intensos de museos y cenas espectaculares, que se alargaban con vinos carísimos de sobremesa. Pero había tristeza contenida y no hablada en el ambiente. Tras nueve años de relación ésa era la última aventura compartida de ellos dos. Sergio y Carmela se nos unieron en los últimos días para aportar esa dosis de frivolidad, ingenuidad y risas que nos faltaba.

Ahora anuncian nuestro aterrizaje en el JFK, y es el viaje de madurez.

Ya están vistos los museos, oídos los musicales, subidos los rascacielos, tomados los cafés en el Soho y presenciados los gospels en Harlem. Ahora queda conocer la ciudad en la ciudad, en esta urbe desmadrada multirracial, joven y puta, culta y maleducada, desabrida, seductora, perversa, acogedora, donde nadie se siente del todo diferente porque allí estamos todos.

En cualquier estación de metro encuentras lo mejor y peor de la humanidad.

¿Seguirá seduciéndonos?

2 comentarios:

nosequé dijo...

Sueños............

Anónimo dijo...

Ni en NY eres capaz de dejar de escribir!!! jajajaja Daria dinero por verte por la mañana envuelto en periodicos americanos!!
QUIERO ESA FOTO!!!!
SL2
izhak