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lunes, noviembre 23, 2009

La princesa Leia

Desde hace unos días mi hermana Raquel me había pedido quedarme a cargo de Iván este pasado sábado. Ella y Mónica tenían boda, era el fin de semana que le tocaba a su hijo y sabía que yo estaría encantado de pasar el día con él.

A punto de cumplir siete años, tantos fines de semana de excursión por los alrededores de Conil, Iván ya tiene recorrido con su tío casi todos los parajes, faros, playas, museos, pueblos, recodos de la Cádiz atlántica.

Decidí proponerle montaña. Recorreríamos todo el trayecto que nos permitieran nuestras fuerzas entre El Bosque y Benamahoma.

El día se presentaba espléndido. Las reglas de partida eran claras. Él iba a ser, como habitualmente, Lobezno. Yo sería, como siempre, Thor.

Pero el camino en coche era largo y el paisaje de toros y gigantes molinos eléctricos no llenaban toda la conversación entre conductor y pasajero en sillita trasera.

Así que pasamos a Star Wars.

Yo elegí ser Luke Skywalker y él Darth Veider.

Llegando al destino nos llamó mi amiga Mariángeles. Se unía inesperadamente a la excursión y eso descolocaba a Darth Veider.

¿Es la profe de Mates?, me preguntó; no, le contesté, es mi amiga 'la Polemique'.

Pasamos cerca de dos horas saltando de un lado a otro del arroyo Majaceite, en un sendero poblado de hojas secas, muy naranjas, piedras con verdina y árboles retorcidos que permitían fotos espectaculares, mientras él seguía preguntando por la inesperada Mariángeles desconocida.

La excursión terminó y se tranquilizó al verla. Ya la conocía.

Mariángeles supo además conquistarlo con sus dotes de profesora de infantil. Tomamos sopa de ‘Brazalema’, mientras él escuchaba atento acerca de las clases de yoga de ella, o las historias que Mariángeles y yo llevábamos tiempo sin contarnos, filtradas por el cuidado con que dos adultos hablan delante de un niño en que todo es curiosidad y preguntas.

Decidió bautizarla como superheroína, ‘La Mujer Invisible’.

Nos lanzamos a la carretera para tomar un café con pasteles en Medina Sidonia. Comenzaba a refrescar y anochecer. Mariángeles descubrió un pueblo precioso que casi no recordaba. Iván nos guió por la escalera de caracol en piedra de la gran iglesia del pueblo, ella hizo fotos del interior, nos tomamos los pasteles y, antes de volver al coche, Iván me comentó con tono serio que tenía que decirme algo a solas.

Al haberme preguntado últimamente cosas trascendentales acerca de las relaciones humanas, apreté los dientes.

Mariángeles se fue a su coche, para seguirnos camino de Conil.

Fue entonces cuando me confesó que no le parecía adecuado que fuese la Mujer Invisible.

Darth Veider y Luke Skywalker debíamos confirmarle algo importante:

Que ella era La Princesa Leia.

1 comentario:

María de los Ángeles Ordaz dijo...

Gracias Iván,

La Princesa Leia.